Con el paso del tiempo e influenciados por el ser humano, el bosque mediterráneo formado por encinas, alcornoques y quejigos centenarios se han extendido a través de toda la geografía española, formando grandes extensiones denominadas “dehesas”.
A pesar de su fuerte regresión en los últimos 50 años, a día de hoy, se ubican en el oeste y suroeste de España (principalmente en las zonas de Extremadura, Andalucía occidental y zonas de Castilla y del Alentejo portugués). Constituyen aproximadamente la mitad de la superficie mundial de estas especies forestales, y forman un ecosistema vital que ofrece cobijo a una diversa reserva de flora y fauna.
Integrado en este ecosistema se encuentra el cerdo ibérico, que basa su alimentación en la bellota (fruto común de la encina y el alcornoque) y que constituye una parte esencial de este ecosistema ancestral.
Descendiente del jabalí mediterráneo, la adaptación y selección natural con el paso del tiempo han dado lugar a un animal que forma parte esencial de este ecosistema y permite y asegura la supervivencia del mismo. Criados y alimentados en total libertad, basan su dieta en productos naturales de la dehesa. Más tarde durante la época conocida como Montanera (época de la bellota), se alimentan básicamente de este fruto rico en glúcidos y ácidos grasos, responsables de la futura jugosidad, aroma, sabor y textura de la pieza.